Sentí envidia
sin quererlo
envidié a ese árbol
la libertad con que crece
su independencia a burdas reglas
pero por sobre todo
la forma en que tus ojitos brillaban
cuando de él hablabas
de ese espacio que en tu corazón guardabas
esa intima relación
a la cual
me es imposible entrar...
Con el tiempo
me enseñaste a entenderlos
comprendí sus lenguajes
lo que entre hojas se contaban,
ese lenguaje puro
se impregnó en nosotros
comenzamos a dialogarlo
a nuestra manera
Entre sus hojas y ramas
se enredaron nuestros besos
todo se volvió un mismo lenguaje
entre sus troncos
pude encontrar las palabras que faltaban
para crearte un poema
por primera vez me sentí árbol...
por primera vez me sentí tuya.